y muy alejado del 0,31% de la media del conjunto de donantes del CAD y del 0,47% de la media de los países de la Unión Europea.
2muy alejado del 13,8% de la media del conjunto de donantes. En 2018 se destinaron a salud 61,3 millones de euros, disminuyendo en un 6,4% lo que se destinó a este sector en 2017.
Si en 2017 se asignaron 54,4 millones de euros, en 2018 apenas ha llegado a los 51,7 millones, lo que representa el 1,9%, de la Ayuda Oficial al Desarrollo total, lo que la sitúa en un mínimo histórico.
4si no queremos poner en riesgo el cumplimiento de las metas.
y las personas más empobrecidas y vulnerables siguen teniendo una peor salud.
6que, según la Organización Mundial de la Salud, causará entre 2030 y 2050 unas 250.000 defunciones adicionales cada año debido principalmente al aumento de la malnutrición, el paludismo, la diarrea y el estrés calórico
Los principales problemas para su logro son: falta de datos fiables y de calidad; tibieza en la respuesta de los países; ausencia de criterios claros, consensuados y basados en la evidencia sobre cómo alcanzarlos; incremento de la inestabilidad mundial y cuestionamiento de algunos instrumentos necesarios para avanzar en una agenda común.
Lamentablemente, la cobertura sanitaria universal es una quimera en muchos países, siendo sus causas múltiples y sus datos sangrantes. Sin embargo, tenemos los conocimientos técnicos suficientes para mejorar sustancialmente, por ejemplo, la salud materna y neonatal.
Por su parte, el cambio climático es un factor que se tiene poco en cuenta a la hora de analizar las causas de la mala salud. Éste influye en los determinantes sociales y medioambientales de la salud, como un aire limpio, agua potable, alimentos suficientes o una vivienda segura.
Su impacto extremo tiene otras consecuencias importantes en el día a día de las personas, como la saturación de los servicios sanitarios, ya que las temperaturas extremas afectan a personas con enfermedades cardiovasculares, diabetes o enfermedades crónicas.
De hecho, los problemas medio ambientales conocidos provocan 13 millones de muertes al año, sobre todo entre las personas más vulnerables.
Además, la oposición a las vacunas es uno de los temas que más bulos y falsas verdades genera. Conviene recordar cierta debilidad en la credibilidad del paradigma científico sanitario, que no ha hecho lo suficiente por evitar que los intereses comerciales hayan afectado a la toma de decisiones basadas en una evidencia falsa, que supone otra forma de fake news en salud.
La medicalización de la vida, la falta de relación y transparencia entre lo que cuesta la investigación de un medicamento y su precio al público, o directamente la propagación de estudios falsos determinados por intereses comerciales, no ayudan en nada a que la población confíe en la evidencia científica.
donde las personas y el planeta se pongan por encima de otros intereses, y aceleren las medidas basadas en la evidencia para conseguir alcanzar las metas propuestas.
y se dé cobertura a la salud universal en su apuesta por un Derecho a la Salud que no deje a nadie atrás y que no esté subordinado a intereses comerciales o políticos.
Además, debemos trabajar el derecho a la salud en todas las políticas, tanto locales, nacionales< como globales.
De no generarse estos entornos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) debería declarar el cambio climático una emergencia mundial de salud pública, teniendo en cuenta que algunas de las últimas epidemias (Ébola, Zika) han tenido lugar cuando el alcance de este cambio climático afecta a muchas más personas.
Para poder combatir este problema, además de exigir evidencia científica, urge poner al alcance de la ciudadanía herramientas para identificar las fake news en salud.
La Ayuda Oficial al Desarrollo total de los países del Comité de Ayuda al Desarrollo en 2018 representa sólo el 0,31% del ingreso nacional bruto, muy por debajo del 0,7% – mínimo – comprometido en la Asamblea de Naciones Unidas.
España, por su parte, repite en el puesto 13 respecto a cifras absolutas destinadas a cooperación y el 20 de 29 respecto al porcentaje de renta nacional bruta.
Después de cuatro años de implementación de la Agenda 2030, siguen sin observarse grandes cambios que permitan deducir que el conjunto de donantes del Comité de Ayuda al Desarrollo va a cumplir el compromiso de destinar el 0,7% de su renta nacional bruta a cooperación en 2030.
En cuanto a salud, las cifras apuntadas implican que en 2017 se destinaron a salud 3.000 mil millones más que en 2016. Este incremento se ha producido tanto en la ayuda bilateral como en la multilateral, aunque ésta última ha crecido ligeramente más que la ayuda bilateral. Si bien lo anterior indica la importancia media que el sector tiene para los países donantes, las instituciones europeas, que engloban la Comisión Europea y la Secretaría del Consejo Europeo, destinan apenas el 5% a salud.
En cuanto a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, éstos son universales, se aplican por igual a países desarrollados y en vías de desarrollo, y abordan las raíces de la pobreza, la desigualdad y la degradación del planeta, con voluntad transformadora.
El Plan de Acción para la implementación de la Agenda 2030 de España se considera un primer paso para establecer una estrategia de desarrollo sostenible. En salud pretende transversalizar los contenidos de la Agenda, integrando las tres dimensiones de la Agenda – social, medioambiental y económica – y manteniendo el carácter universal, público y gratuito del sistema sanitario.
Para ello es necesario primero una hoja de ruta creíble y pública en la que todos los países establezcan un plan para alcanzar el 0,7%.
El ejemplo del Reino Unido, que desde que asumió por ley el 0,7% lo cumple todos los años es una buena forma de asegurar ese porcentaje, más allá de los vaivenes políticos de los países.
Todos los países deberían adoptar un enfoque multisectorial y actuar en relación con los determinantes sociales, ambientales y económicos de la salud, con miras a reducir las desigualdades en materia de salud y posibilitar el desarrollo sostenible.
Si no, corremos el riesgo de que cambios en la dirección política del país o de alguna institución pública provoque parálisis, incluso retrocesos, en la consecución de las metas de los ODS.
La participación de la sociedad debe ser real, al igual que la financiación, ya que si no es imposible cumplir con los compromisos adquiridos.
Elaboración propia a partir de datos OCDE
La Ayuda Oficial al Desarrollo bruta desembolsada en 2018 por España alcanzó los 2.483 millones de euros, lo que supone un 3% menos que en 2017.
Esta cifra no se corresponde con el aumento que estaba previsto en la Propuesta de Presupuestos Generales del Estado para 2018 para el primer año del V Plan Director, que debía alcanzar los 2.602 millones de euros, el 0,22% de la Renta Nacional Bruta.
La salud sigue perdiendo peso en la cooperación española, muy lejos de las cifras y el porcentaje que se destinaban hace 10 años al sector sanitario. Si descontamos lo devuelto por los préstamos anteriores, la cooperación española solamente hubiera destinado 20 millones de euros a salud en 2018, ya que suponen el 67,3% del monto total destinado a salud en ese año.
Respecto a la suma de la cooperación sanitaria de ambos actores, Comunidades Autónomas y Entes Locales, ésta alcanzó los 26,4 millones de euros, 5,2 millones más que en 2017, doblando el incremento de la Ayuda Oficial al Desarrollo general descentralizada.
Esta cantidad supone el 10,67% del total de la ayuda descentralizada, un porcentaje más cercano al 13,8% del conjunto de donantes del Comité de Ayuda al Desarrollo y muy superior al destinado por parte de la cooperación estatal.
Sin embargo, sigue habiendo un comportamiento muy desigual entre los diferentes actores e incluso entre los mismos actores, lo que dificulta la predictibilidad de su ayuda, su eficacia y su impacto.
Asumir que la salud es un derecho universal, tanto internamente dentro del Estado como a nivel mundial, ayudaría a priorizar la salud sobre otras políticas.
Es necesario que aumente su participación en las definiciones de las prioridades de esta cooperación, pero tiene también que ser una apuesta política y crecer de forma constante en presupuesto y en calidad.
En 2018 la ayuda internacional humanitaria ascendió a 28.900 millones de dólares. Si bien esta cifra supone un ligero crecimiento respecto a 2017, apenas cubre el 60% de las necesidades humanitarias.
Además, es probable que el número y gravedad de las crisis humanitarias aumente por la crisis climática, que puede impulsar mayores conflictos, grandes desplazamientos y favorecer el incremento del riesgo epidémico y olas de calor. Este aumento exigirá una mayor respuesta de la comunidad internacional en términos de respuesta humanitaria y de reducción de la vulnerabilidad, mejora de los sistemas de alerta y fortalecimiento de las capacidades de respuesta.
Responder de forma adecuada a este reto precisa de voluntad política real y de una
En España, la Ayuda Humanitaria ha experimentado en 2018 en su conjunto (Administración General del Estado, Comunidades Autónomas, Entes Locales y Universidades) un descenso con relación a 2017. Ello nos aleja más del compromiso de destinar al menos el 10% de la Ayuda Oficial al Desarrollo, incluido en la nueva Estrategia de Acción Humanitaria de la Cooperación Española 2019-2026.
En particular, los fondos destinados para Acción Humanitaria por la cooperación descentralizada (Comunidades Autónomas, Entes Locales, Diputaciones y Universidades) descendieron un 10% en 2018, pasando de 11,7 millones de euros a 9,7 millones.
Se ha producido una caída casi generalizada por parte de las Comunidades Autónomas, ya que 13 redujeron su financiación.
Esta inestabilidad de la financiación hace imposible una respuesta adecuada frente a crisis cada vez más complejas y prolongadas, que requieren apoyo a medio plazo, y esto sólo se puede conseguir a través de una financiación estable y plurianual.
e incrementar de forma substancial los fondos destinados a ella.
Dada la debilidad de la Acción Humanitaria en la cooperación española y el incumplimiento sistemático del compromiso del 10%.
y asumir como propio el objetivo de la Estrategia de Acción Humanitaria de destinar el 10% en 2022 para recuperar de nuevo su papel como actor de relevancia en la Acción Humanitaria.