En los Campamentos de personas Refugiadas Saharauis (CRS) ubicados en la región argelina de Tinduf, en los que viven 173.600 personas este año ha estado marcado por un importante deterioro de las condiciones humanitarias, especialmente en cuanto alimentación y nutrición. La alimentación en los CRS depende casi exclusivamente de la distribución mensual de una cesta básica de alimentos por persona. Esta ración, ya por si limitada, se ha visto disminuida alarmantemente en cantidad -un 75%- y variedad de productos en los últimos meses. Los efectos ya son visibles en la salud.
Los resultados preliminares de la evaluación conjunta y de la encuesta sobre nutrición realizada en febrero de 2022 por el PMA, ACNUR y CISP revelan:
A pesar de la gravedad y la fragilidad de esta situación, la comunidad internacional ha mostrado un casi nulo compromiso con esta crisis olvidada que siempre ha venido enfrentando continuas dificultades de financiación y falta de visibilidad. Este año, esto es particularmente alarmante, ya que nos enfrentamos a un descenso de casi el 20% en la financiación de los CRS en los primeros seis meses de 2022 en comparación con el mismo periodo de 2021.
De este modo, la brecha entre las ayudas concedidas y las necesidades actuales es enorme. Por ejemplo, los fondos necesarios sólo para la asistencia alimentaria se han duplicado hasta alcanzar los 39 millones de dólares este año, frente a los 19,8 millones de dólares de antes del inicio de la pandemia.26 Esta situación se ha visto también agravada por la crisis económica mundial, la explosión de la inflación y el contexto geopolítico. Lo que tiene una repercusión grave y directa en las condiciones de vida de los habitantes de los campamentos, así como en la ayuda externa prestada. En respuesta a esta emergencia, las Naciones Unidas hicieron un llamamiento a finales de agosto para aumentar la financiación y el apoyo a la ayuda alimentaria y nutricional y evitar las rupturas de los stocks de emergencia de alimentos. En la misma línea, el Consorcio de organizaciones trabajando en los CRS -del que forma parte Médicos del Mundo España- apoyó esta iniciativa27. Al hablar de la vida en los campamentos, es importante recordar que se trata de una situación que se prolonga desde hace 47 años, siendo unos de los campos de personas refugiadas más antiguos del mundo. Además, desde el 14 de noviembre 2020 los CRS son también la retaguardia de un conflicto armado, lo que supone consecuencias directas en la vida de las personas y en su salud mental.
A esto, se añade el hecho de que sus habitantes se enfrentan a las condiciones climáticas extremas de la hamada argelina, que incluyen temperaturas que superan los 50 grados en verano y rondan los cero en invierno, escasez de agua, frecuentes tormentas de arena e inundaciones repentinas que causan daños dramáticos en las infraestructuras y viviendas. La vida en los campamentos supone un limitado acceso a agua potable, alimentación y servicios de salud. Estos determinantes sociales y del entorno afectan directamente a la salud de las personas refugiadas saharauis, especialmente a las más vulnerables. Los escasos incentivos en el sector público, las actividades comerciales y otros sectores están provocando un éxodo cada vez mayor de personas, especialmente las que tienen títulos universitarios, en busca de mejores oportunidades.
Para responder de manera adecuada a esta crisis humanitaria, consideramos que es más necesario que nunca que la comunidad internacional, y en particular el gobierno español, se asuma una posición responsable a largo plazo con las personas saharauis. Esta crisis nutricional, e inevitablemente sanitaria, todavía se puede prevenir. Mientras, sus consecuencias podrían ser irremediables. Por ello, urge una respuesta responsable del Estado español y de la comunidad internacional, que por un lado deben responder de forma inmediata a las necesidades humanitarias y por otro lado deben actuar en el marco de las resoluciones de Naciones Unidas para avanzar en el proceso político de solución del conflicto, que permitiría a las personas saharauis vivir de forma autónoma, decidir su futuro y contemplar finalmente una solución a su exilio forzoso.