Siria: la necesidad de un compromiso suficiente y sostenido de la comunidad internacional

2021

En 2021 se cumplen 10 años del inicio del conflicto en Siria, quizá uno de los más complejos de nuestro tiempo, con un saldo actual de 6,6 millones de personas registradas como refugiadas en países vecinos -Turquía, Líbano y Jordania, con 6,7 millones de personas desplazadas dentro del país y apenas 200.000 reubicadas en los denominados “terceros países”, entre los que destacan Canadá, Estados Unidos y el Reino Unido-. Según OCHA, en 2020 se produjo un promedio de 76 explosiones diarias en el país y se confirmaron 813 situaciones de reclutamiento y uso de niños en acciones armadas.

A pesar de las graves vulneraciones de derechos humanos y la situación de guerra interna, la atención a las necesidades de las personas refugiadas y desplazadas sirias no ha conseguido apoyo suficiente y sostenido de la comunidad internacional. Por el contrario, su acceso a condiciones humanitarias dignas, como su derecho al asilo, se ha visto impedido tanto por falta de recursos como por políticas y medidas contraproducentes de los países que asumieron el compromiso de apoyarles. En septiembre de 2021, el Secretario General Adjunto de Asuntos Humanitarios y Coordinador de la Ayuda de Emergencia de NN. UU. señaló que las necesidades en este momento en Siria son más grandes que nunca, si bien la atención mediática se ha reducido. Se estima que, en todo el país, en septiembre de 2021, 13,4 millones de personas han requerido asistencia humanitaria, un incremento del 21% en relación con 2020 y el más alto desde 2017.

En el último año, al conflicto intensificado se sumaron graves problemas de disponibilidad y acceso al agua, especialmente en el norte del país, junto con una crisis económica. Sólo en agosto de 2020, 460.000 personas vieron severamente amenazado su acceso al agua. En 2021 la situación se agudizó por efecto de factores climáticos y humanos especialmente en el norte del país, generándose un contexto de amenaza de sequía, que dañó gravemente la producción agrícola, las condiciones de saneamiento y la salud.

En el caso del Noreste de Siria, donde trabaja Médicos del Mundo, se estima que 1,4 millones de personas -más de la mitad de la población de esa región- se encuentran en necesidad de ayuda humanitaria y 1 de cada 4 personas es considerada desplazada interna. En un contexto de crecientes y constantes hostilidades que se cobran vidas, y destruyen hogares, así como la infraestructura más básica, más del 40% de las familias han tenido que desplazarse más de tres veces, con las dificultades que esto supone para su posibilidad de salir adelante.

Algunos datos que resumen la crítica situación económica del país son: la caída del 78% del valor de la moneda desde octubre de 2019, el aumento del 236% del precio de la cesta media de alimentos entre diciembre de 2019 y diciembre de 2020, la pérdida de 300.000 puestos de trabajo desde el inicio de la pandemia de COVID-19 y aproximadamente un 50% de desempleo. Así, se estima que cerca del 90% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza y entre el 60% y el 65% en pobreza extrema, frente al 50%-60% de 2019.

En cuanto a la situación de la salud, sólo en 2020 se produjeron 28 ataques a establecimientos sanitarios. Apenas el 58% de los hospitales y el 53% de los centros de atención primaria se mantienen funcionales y se estima que la mitad del personal sanitario ha salido del país. Más de 12,4 millones de personas afrontan inseguridad alimentaria, que llega a nivel severo en 1,3 millones de casos. La desnutrición infantil alcanza a 600.000 niños y niñas en grado crónico y a 90.000 en grado agudo y 1 de cada 3 hogares reporta signos de angustia en sus menores. La anemia alcanza a 1 de cada 3 mujeres embarazadas (OCHA, 2021).

El primer caso de COVID-19 en Siria se detectó en marzo de 2020 y un año después se habían confirmado 47.812. La pandemia ha impactado negativamente en los cuidados sanitarios, específicamente en la prestación de servicios a través de centros comunitarios, centros de atención primaria y servicios dirigidos a los grupos más vulnerables. El miedo a ser infectado también provocó que más personas dejaran de visitar los servicios, por lo que se registraron menos consultas. La formación del personal quedó en suspenso. El estigma sobre la COVID-19 también aumentó y la mayor parte de las personas no quería que se le asociara con el personal sanitario o los centros de atención primaria. Se han puesto en marcha otras formas de llegar a la comunidad, pero es necesario realizar más actividades y durante más tiempo para poder llegar a la mayor parte de la población.

En este contexto, el acceso a la ayuda humanitaria es fundamental. A pesar de ello, entre 2020 y 2021, dos de los tres pasos fronterizos disponibles al norte de Siria fueron cerrados para este fin. Sólo el paso de Bab Al-Hawa se mantiene abierto, mientras que los de Yaroubiah y Bab Al-Salam fueron cerrados a la ayuda humanitaria en enero y julio de 2021, respectivamente. En enero de 2022, el Consejo de Seguridad de la ONU volverá a tomar una decisión sobre los pasos fronterizos.

Por otra parte, si bien la situación de Siria ha recibido atención por parte de los países donantes, la ayuda concedida no alcanza un tercio de las necesidades previstas, que se han visto agudizadas en los últimos años. Las organizaciones internacionales han realizado numerosos llamamientos para mantener la atención sobre la grave situación del país por parte de la comunidad internacional, particularmente en momentos críticos como agudizaciones del conflicto y amenazas de cierre de los pasos fronterizos, así como en temas esenciales como el acceso a la protección humanitaria.

En el caso de Médicos del Mundo, su trabajo consiste en apoyar 14 centros de atención primaria de salud y cuatro equipos especializados en tres provincias del Noreste de Siria, que prestan servicios a un área de 812.194 habitantes. Durante 2020, estos servicios realizaron 253.861 consultas de cuidados primarios de salud, 55.067 de salud reproductiva y 12.583 de salud mental y apoyo psicosocial (MDM, 2021).

La sociedad civil siria, además de responder de manera directa a necesidades en sectores básicos y, a pesar de las enormes dificultades que supone un contexto de conflicto, continúa trabajando para encontrar alternativas y llamando la atención sobre los aprendizajes que la experiencia del país puede dejar para el abordaje de los conflictos en Oriente Medio, especialmente ante la situación en Afganistán.

Para responder de manera adecuada a la crisis humanitaria que sigue viviendo Siria es necesario que los países donantes mantengan su compromiso con la población siria, aumentando su financiación a los actores humanitarios. Además, la comunidad internacional debe garantizar el acceso transfronterizo continuo de las ONG, de manera que puedan proporcionar servicios esenciales sin barreras ni interrupciones. Igualmente ha de asumir su responsabilidad para asegurar el respeto del DIH y de los derechos humanos, incluido el derecho a la salud.