El Triple Nexo: Acción humanitaria-Desarrollo-Paz. Una oportunidad con retos por afrontar

2020

El aumento en los últimos años de las necesidades humanitarias debido la complejidad de las crisis que se prolongan en el tiempo, los desplazamientos forzados y los conflictos, ha sido determinante para que la comunidad internacional avanzara hacia un nuevo marco de respuesta más global e integrador, que incluyera además de la acción humanitaria y el desarrollo, la dimensión de la paz.

Así, el enfoque del triple nexo: acción humanitaria, desarrollo y paz, parte del reconocimiento de que las crisis humanitarias pueden estar causadas, o verse afectadas, por acciones políticas que fomentan la desigualdad e incrementan la vulnerabilidad y el conflicto. Por tanto, un enfoque integral que tenga en cuenta el nexo entre lo humanitario, el desarrollo y la paz, puede ser una oportunidad para abordar estas causas más profundas. De esta manera, la reducción de la vulnerabilidad y el trabajo hacia la paz se convierten en componentes fundamentales para un desarrollo sostenible.

Aunque el enfoque de triple nexo es relativamente nuevo, la preocupación por abordar la vulnerabilidad de las personas y las comunidades que se enfrentan a una emergencia no lo es. Los enfoques de Reducción del Riesgo de Desastres (RRD) y de Vinculación entre Ayuda de Emergencia, Rehabilitación y Desarrollo (VARD) supusieron los primeros esfuerzos para vincular la respuesta humanitaria con el desarrollo a través de la reducción de las vulnerabilidades, la mejora de la resiliencia y la reducción de riesgos futuros.

La 1ª Cumbre Humanitaria Mundial, de 2016, y la Agenda para la Humanidad, que surge de la misma, marcan el camino para avanzar en el vínculo entre acción humanitaria, desarrollo y paz. Durante la misma, el Secretario General de NN. UU. pidió superar la división entre los diferentes actores implicados en la construcción de la paz, la acción humanitaria y el desarrollo para responder de manera efectiva a los grandes retos humanitarios a los que nos enfrentamos. Se trata no sólo de responder a las necesidades humanitarias inmediatas, sino también de reducir dicha necesidad de asistencia a largo plazo.

Desde entonces, tanto NN. UU. como la Unión Europea (UE), han dado importantes pasos para la puesta en práctica del triple nexo. Desde NN. UU., “Una Nueva Forma de Trabajar” (“A New Way of Working”), liderada por su Secretario General, junto al Banco Mundial (BM) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), busca “trascender la división entre lo humanitario y el desarrollo” y fomentar los partenariados entre aquellos actores vinculados a lo humanitario, el desarrollo y la paz, para la consecución de los llamados “resultados colectivos”, sin olvidar la importancia de una financiación plurianual conjunta.

La UE lleva años incorporando, con más o menos éxito, el nexo entre acción humanitaria y desarrollo en el abordaje de crisis complejas; no se trata sólo de buscar una mejor coordinación de actores, sino de mejorar la eficacia de la ayuda, respondiendo mejor a las necesidades de las poblaciones afectadas. Tras la 1ª Cumbre Humanitaria Mundial se incorporó la paz como tercer componente de dicho nexo. Desde entonces, se ha dotado de un marco político para su implementación, en el que destacan tres Conclusiones del Consejo de la UE:

  • “Conclusiones del Consejo, Poner en práctica el nexo entre lo humanitario y el desarrollo”, adoptadas en mayo de 2017, en las que se reconoce la interrelación entre pobreza, conflicto, fragilidad y desplazamientos forzados, y por tanto, la necesidad de abordarlos de forma integral y coherente.
  • Las “Conclusiones del Consejo sobre un Planteamiento estratégico de la resiliencia en la acción exterior de la UE”, adoptadas en noviembre de 2017, que hacen hincapié en la importancia de la anticipación, la preparación y la prevención, y sobre la integración de la resiliencia en los programas y presupuestos de la acción exterior de la UE.
  • Y las “Conclusiones del Consejo sobre el enfoque integrado de los conflictos y crisis exteriores”, adoptadas en enero de 2018, en las que se reiteran los vínculos entre desarrollo sostenible, acción humanitaria y prevención de conflictos, y consolidación de la paz.

Por último, el Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) aprobó en febrero de 2019 la “Recomendación sobre el Nexo entre Acción Humanitaria, Desarrollo y Paz”. En ella se aboga por priorizar la prevención, invertir en desarrollo y responder a las necesidades humanitarias, poniendo a las personas en el centro de la respuesta, desarrollando las capacidades locales y nacionales, y asegurando una financiación previsible, flexible y plurianual.

Para las organizaciones de la sociedad civil, el triple nexo puede ser una oportunidad para responder mejor a las necesidades humanitarias y de desarrollo de las personas, especialmente en contextos de crisis complejas que se prolongan en el tiempo, pero también presenta dudas, especialmente en torno al concepto de paz. Cómo definen las organizaciones de la sociedad civil la paz y qué elementos la componen difiere de cómo la entienden y abordan los gobiernos.

Para las ONG, el trabajo en temas de paz implica trabajar con las comunidades en torno a la resolución de conflictos, reconciliación, construcción de la cohesión social o de la paz a nivel comunitario; mientras, para muchos Estados, la paz está más vinculada a un proceso político para su mantenimiento, su construcción, o a la dimensión de la seguridad humana. A esto se suma que, cada vez más, la paz está vinculada a la seguridad y a medidas antiterroristas, lo que es un motivo de preocupación para las ONG, ya que en un entorno así desaparecen los principios humanitarios.

Aunque en teoría los Estados, tanto donantes como receptores de ayuda, hablan del respeto a los principios humanitarios, la realidad es que en muchas ocasiones hay una instrumentalización de la ayuda, que se intenta poner al servicio de objetivos políticos o de seguridad.

También preocupa el concepto de “resultados colectivos” del enfoque “Nueva Forma de Trabajar” de NN. UU., por las implicaciones que puede tener de cara a la independencia de las organizaciones, ya que mientras unos pueden interpretar el concepto como la búsqueda de complementariedad entre los diferentes mandatos y actores, otros lo ven como una oportunidad para incorporar las respuestas humanitarias dentro de agendas políticas y de seguridad más amplias.

Por todo ello, para la plataforma de organizaciones humanitarias VOICE (Voluntary Organisations in Cooperation in Emergencies), la implementación del triple nexo requiere:

  • Situar las necesidades de las personas en el centro de cualquier respuesta.
  • Participación activa y significativa de los actores locales y nacionales desde un primer momento, incluidas las ONG.
  • Aumentar la planificación y financiación multianual de las actividades humanitarias e introducir un sistema de modificadores por crisis en las actividades de cooperación para el desarrollo.
  • Mejorar el enfoque de resiliencia comunitaria.
  • Respetar y promover el Derecho Internacional Humanitario y los principios humanitarios.
  • Fomentar los procesos de aprendizajes para avanzar en la implementación del triple nexo y en un mayor compromiso a largo plazo.

Para la sociedad civil, el enfoque del triple nexo no puede ser un proceso de arriba abajo, dirigido por gobiernos e instituciones internacionales, sino un proceso más pausado, de abajo arriba, que cuenta desde el inicio con la participación efectiva de las personas, las comunidades directamente afectadas y aquellas organizaciones e instituciones que están en primera línea. Además, no impone un modelo único de actuación, sino que se adapta a la realidad de cada contexto, contando con todos los actores y con los recursos necesarios. Sólo así se podrá trabajar de forma efectiva.