Valoración de la Estrategia COVID de la Cooperación Española

2020

La «Estrategia de Respuesta Conjunta de la Cooperación Española a la Crisis de la COVID-19. Afrontando la crisis para una recuperación transformadora», que se aprobó en Consejo de Ministros en julio de 2020, es resultado de una iniciativa que brinda a todos los actores la oportunidad de contribuir a tejer un relato comprensivo y de impacto en el medio y largo plazo. Su primer acierto, por tanto, es plantear una respuesta elaborada desde el diálogo y participación de todos los actores.

El segundo acierto está en plantear en el diagnóstico global la existencia de un mundo cada vez más incierto, en el que la crisis sanitaria y socioeconómica generada por la pandemia de la COVID-19 no hace sino ahondar en los grandes problemas ya identificados, como son la desigualdad, el deterioro ambiental, los conflictos y crisis humanitarias o los procesos de degradación democrática. El acierto en el diagnóstico hace más coherente el necesario equilibrio en el trabajo a medio y largo plazo que plantea la Estrategia y aporta sentido a las prioridades que se plantean: salvar vidas y reforzar los sistemas de salud pública; proteger y recuperar derechos y capacidades; preservar y transformar los sistemas socioeconómicos; recuperar el tejido productivo; y reforzar la gobernabilidad democrática.

Plantear trabajar sobre las consecuencias de la pandemia y sobre las causas profundas de los grandes problemas entrelazados que van más allá de la COVID es de una ambición admirable, que conlleva desafíos complejos que van también más allá de las posibilidades que en estos momentos brindan unos recursos económicos claramente limitados, inferiores a los que se requerirían para hacer efectivos los propósitos planteados en la Estrategia. Como también son limitados los instrumentos disponibles para desarrollar las acciones multiactor que se requieren y que deberían facilitar la conexión entre la ciencia, la investigación y la salud, tanto en cooperación como en acción humanitaria.

Centrándonos en los aspectos sanitarios de la Estrategia, las organizaciones que elaboramos este informe aplaudimos que se considere la salud un derecho universal que, además, debe ser provisto en condiciones de equidad, así como que se considere a las futuras vacunas y tratamientos contra la COVID-19 un bien público global. En consecuencia, como reiteradamente venimos reclamando, la acción en salud se centra en respaldar el refuerzo de los sistemas públicos de salud, como garantía de cobertura y acceso universal, y en plantear la atención primaria como pilar esencial de esos sistemas, por ser el nivel de atención más accesible para las personas en situación de vulnerabilidad. También consideramos importante que la Estrategia reconozca y procure poner remedio, como denunciamos en su momento desde la campaña sobre recursos humanos sanitarios, al alarmante déficit de trabajadores y trabajadoras sanitarias en el mundo en desarrollo -18 millones de aquí a 2030- y se plantee reforzar su formación y contratación para garantizar la continuidad de los servicios de atención a la pandemia y a otras emergencias sanitarias.

Más allá de la pandemia, en el mundo hay otras enfermedades que matan a millones de personas cada año. En 2019 murieron 690 mil personas de VIH/SIDA, 405 mil de malaria, 1,4 millones de tuberculosis y 1,4 millones de hepatitis, por poner sólo algunos ejemplos. El avance de la pandemia hace necesario concretar compromisos para no abandonar la lucha contra éstas y otras enfermedades, cuya atención tendrá una doble dificultad: las sinergias fatales con los efectos de la pandemia y la detracción de recursos. España destina apenas un 3% de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) a salud cuando la media del Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) es el 13%.

En cuanto al enfoque humanitario, nos parece muy pertinente que el objetivo principal sea el de “salvar vidas” y que se plantee la conveniencia de emprender acciones multisectoriales de respuesta de emergencia para hacer frente a la expansión de la pandemia y a sus efectos. Obligada la referencia al compromiso con la localización en la línea del «Grand Bargain» y que la respuesta a la pandemia se haga utilizando el nexo humanitario y en el marco de la Estrategia de Acción Humanitaria de la Cooperación Española 2019-2026, lo que permitirá abordar, además de la salud, cuestiones tan necesarias como la nutrición, la seguridad alimentaria, el acceso al agua y saneamiento e higiene, medios de vida, etc.

Otro de los aciertos de la Estrategia es su apuesta por el multilateralismo en un momento en el que es necesario reforzar el sistema multilateral, reclamando una mayor presencia de la Cooperación Española en los organismos y foros internacionales. Como lo es también la apuesta por la gobernanza mundial, tal y como se demuestra al apoyar decididamente a la Organización Mundial de la Salud (OMS) para que lidere la respuesta de salud pública mundial contra la pandemia, sin que ello suponga tener que renunciar a promover la inaplazable reforma de la institución para que cumpla con su misión de promover la "salud para todas las personas" desde un enfoque de derechos.

Ahondando en esta perspectiva multilateral, celebramos que España sea parte activa de los mecanismos y alianzas que dinamizan y coordinan los esfuerzos internacionales para garantizar y hacer accesible el acceso a diagnósticos, tratamientos y vacunas, como es el caso de su presencia en Gavi (la Alianza Mundial para Vacunas e Inmunización) y CEPI (The Coalition for Epidemic Preparedness Innovations). Entre las preocupaciones, garantizar un acceso universal y equitativo a las futuras vacunas, así como la tibieza con la que se trata la transferencia de conocimiento -más allá de las fases de prevención- y la ausencia de referencias a promover políticas de propiedad intelectual, que apuesten por licencias abiertas, compartidas y no exclusivas, especialmente en lo que concierne a resultados fruto del dinero público.

Finalmente destacamos lo acertado de incluir a la ciudadanía, otorgándole un rol activo, reclamando su movilización desde la responsabilidad y solidaridad frente a problemas compartidos. Es fundamental que haya una actividad continuada de sensibilización y educación por parte de todos y todas, ya que es la única forma de que las personas con capacidad de decisión se comprometan con los objetivos que plantea la Estrategia.