Ángela Bernardo
Redactora sénior de sanidad y políticas públicas - Fundación Ciudadana Civio
En mayo de 2022, la detección de los primeros casos de viruela del mono fuera de sus regiones habituales no hacía presagiar la magnitud de la crisis que se avecinaba. Durante décadas, la circulación de este virus, emparentado con el que antaño causaba la viruela humana, se había limitado a África central y occidental, con la identificación excepcional de pequeños brotes en países como Estados Unidos, Singapur o Reino Unido. Esta vez, sin embargo, la situación ha resultado diametralmente opuesta. A mediados de julio de 2022, la expansión de la enfermedad llevó a la OMS a declarar la viruela del mono como una “emergencia de salud pública de importancia internacional”. Pero los casos siguen en aumento: desde mayo y hasta principios de septiembre de 2022, en los países europeos se habían diagnosticado más de 23.000 infecciones. Sin duda, los problemas de acceso a las vacunas han constituido una importante barrera a la hora de prevenir y frenar la transmisión sin control de la viruela del mono.
Por un lado, sólo dos países de la Unión Europea (Francia y Países Bajos) confirman que, de forma previa a la crisis, contaban con reservas de las vacunas más seguras y eficaces contra el virus, según una investigación de la Fundación Civio. Se trata de las vacunas Imvanex, desarrolladas por la compañía Bavarian Nordic. Esta es la razón por la que otros países, como Dinamarca y España, que no disponían de estos medicamentos, compraron en un inicio algunas dosis a Países Bajos. Por otro lado, las vacunas existentes en otros países eran más antiguas, como ocurre en Bélgica, Eslovaquia, España, Polonia o Portugal.
Tras la erradicación de la viruela humana, la disponibilidad de estas reservas estratégicas, más desactualizadas, se debía a la preparación para hacer frente a un hipotético ataque bioterrorista con este virus, no con el de la viruela del mono.
Esta potencial amenaza explica también por qué otros países, como Alemania, Italia, Irlanda, Luxemburgo o Suecia, no dan información sobre estas vacunas al considerarlas como una cuestión de seguridad nacional.
Ante este contexto, a nivel comunitario el grueso de las adquisiciones de vacunas contra la viruela humana ha recaído en la Autoridad Europea de Preparación y Respuesta ante Emergencias Sanitarias (HERA, por sus siglas en inglés). La estrategia es parecida a la que se empleó con la COVID-19: una compra conjunta, aunque esta vez sufragada en exclusiva a través de fondos europeos. En total, y hasta principios de septiembre de 2022, se han comprado 334.540 vacunas, donadas de forma gradual y gratuita por parte de la Unión Europea a los Estados miembros que así lo requieran. No obstante, en el continente europeo la disponibilidad de estas vacunas no es completamente inmediata. De hecho, cerca de 170.000 dosis del total de vacunas adquiridas hasta principios de septiembre de 2022 se irán suministrando poco a poco hasta finales de este mismo año, según ha confirmado recientemente la Unión Europea. Estos problemas de acceso se deben, de acuerdo con el Ministerio de Sanidad, a la elevada demanda de estas vacunas a nivel mundial y a las dificultades en la producción por parte de un único laboratorio, la citada farmacéutica Bavarian Nordic.
La situación muestra que la mayoría de los países europeos carecían de medios suficientes para hacer frente a esta nueva crisis de salud pública. Aunque se cree que la inmunización contra la viruela humana ofrece un 85% de protección frente a la viruela del mono, las personas menores de 50 años no están vacunadas frente a estos virus. Es ahí donde se concentran la mayoría de los casos de viruela del mono: del total de 22.603 casos analizados en Europa, el 88,78% de los individuos no alcanza esta edad.
La falta de suficientes vacunas también ha limitado su administración hacia colectivos específicos. Por el momento, hasta principios de septiembre de 2022, se recomienda la profilaxis preexposición a quienes mantienen prácticas sexuales de alto riesgo (fundamentalmente, aunque no solo, hombres que mantienen sexo con otros hombres) y profesionales sanitarios y científicos que puedan estar potencialmente expuestos al virus. Además, la profilaxis postexposición se aconseja para los contactos estrechos de casos confirmados. Otra cuestión importante es la falta de transparencia en torno a la compra conjunta realizada a nivel comunitario para adquirir estos medicamentos. Y es que
ni la Unión Europea ni los países receptores de las vacunas han desvelado por ahora el precio unitario que cuesta cada dosis de Imvanex o sus condiciones de financiación, según recoge la mencionada investigación de la Fundación Civio.
Desafortunadamente, no nos encontramos ante algo novedoso ya que la opacidad suele ser habitual en una materia tan sensible y delicada como el acceso a la salud. Por último, y no menos importante, la atención internacional hacia este problema de salud pública llega muy tarde y solo cuando este virus ha golpeado a los países occidentales. Aunque varios estudios habían alertado sobre la amenaza de la viruela del mono, durante décadas ha sido una enfermedad desatendida. El motivo es que su impacto se ha concentrado casi en exclusiva en países como República Democrática del Congo, Nigeria o Camerún. Es allí donde el acceso a las vacunas para prevenir la infección sigue siendo aún más limitado, un gran problema para controlar este tipo de virus olvidados.
Nota final: Este artículo terminó de escribirse el 14 de septiembre de 2022, por lo que los datos de casos y vacunas, así como las recomendaciones sanitarias, datan de esa fecha.