Crisis olvidadas por la comunidad internacional: la urgente necesidad de memoria y responsabilidad

2021

Las crisis olvidadas se definen como “situaciones que no reciben suficiente atención entre la comunidad internacional”, en general, pero que deben mantenerse entre las prioridades de asistencia. Las personas afectadas por estas crisis humanitarias suelen estar entre las más vulnerables y no se las puede descuidar” (Dirección General de Protección Civil y Operaciones de Ayuda Humanitaria Europeas, ECHO por sus siglas en inglés). Si bien la idea de que existen emergencias humanitarias olvidadas viene de antes, es desde 2004 que la Comisión Europea, a través de ECHO, ha realizado sucesivas rondas de evaluación de riesgos por países y de crisis humanitarias y desastres, desarrollando el Índice de Crisis Olvidadas (FCA por sus siglas en inglés), que se basa en 4 grupos de indicadores:

  • Índice de vulnerabilidad
  • Cobertura mediática
  • Ayuda pública (AOD) per cápita
  • Evaluación cualitativa de las unidades geográficas y expertos de la Dirección General de ECHO.

El Índice de vulnerabilidad se establece como parte de la medición, INFORM, a través de 18 indicadores divididos en 2 componentes: la vulnerabilidad socio económica (8 indicadores) y los grupos vulnerables (10 indicadores, de los cuales 3 son específicos de salud: VIH/TBC/Malaria). Mortalidad materna se agregó recientemente a la medición INFORM, en un componente diferente al de vulnerabilidad.

La Cobertura mediática es analizada por el European Joint Research Centre y consiste en una categorización por cuartiles de las crisis consideradas olvidadas tomando en cuenta su aparición en medios en relación con la aparición promedio del conjunto de países en prensa escrita, radio y televisión en 600 medios seleccionados.

La Ayuda per cápita se categoriza también a través de cuartiles a partir de la suma de la AOD más la ayuda humanitaria en los últimos dos años disponibles.

Para la Evaluación cualitativa, ECHO realiza un análisis de diferentes aspectos de cada crisis mediante un cuestionario, que luego se coteja con los resultados de todos los indicadores.

El último análisis de riesgos por países de la Comisión Europea disponible fue realizado en abril de 2020. En él se identifican 17 crisis olvidadas en 4 continentes. El último análisis de las crisis olvidadas disponible fue realizado por ECHO en 2019.

Guatemala es el país con mayor puntuación entre las crisis olvidadas, a pesar del contexto de alta inseguridad alimentaria y violencia social, creciente criminalización para las ONG y recientemente, una situación sistemática de expulsiones de personas migrantes desde México, como resultado de las políticas antimigratorias de los Estados Unidos (EE. UU.). La situación de Guatemala, no obstante, no es exclusiva de este país, sino que se extiende a otros territorios de Mesoamérica, incluyendo a Honduras y el Salvador.

Los conflictos y violencia que se producen en la subregión del Sahel también se encuentran entre las crisis consideradas más olvidadas, siendo Burkina Faso, Malí, Mauritania y Níger territorios con una significativa actividad de grupos armados y foco de políticas antiterroristas cuyos impactos pueden resultar contraproducentes. A ello se suman procesos históricos de despojo y vulnerabilización, así como a la desatención por parte de los medios de comunicación y el escaso apoyo financiero internacional.

Tanto la subregión mesoamericana como la del Sahel tienen una alta importancia geoestratégica para el Norte Global, son foco de pugnas por el control de los recursos naturales y sufren drásticos efectos del calentamiento global.

Algunas crisis olvidadas son parte de un ciclo, en el que la situación estructural del país o territorio es invisibilizada o desatendida, por lo que se produce una acumulación de circunstancias críticas que sólo obtienen atención de la prensa y la opinión pública cuando ocurre alguna emergencia de extrema gravedad. Un país representativo de esta situación es Haití, que se mantenía como un territorio en crisis latente una década después del terremoto de 2010, que movilizó una ingente cantidad de apoyos internacionales. La crisis incluía una situación política insostenible de al menos 3 años de duración, que derivó en el lamentable asesinato del presidente Jovenel Moïse, en un contexto de absoluta violencia cotidiana, del que organizaciones haitianas y algunas ONG internacionales venían alertando sin obtener suficiente repercusión. Esta situación, sumada al terremoto de 2021, que ha ocasionado más de 2.200 muertes, colocó nuevamente a Haití en el foco mediático. No obstante, apenas una semana después, voces haitianas ya denunciaban “la trampa del cansancio” por el desplazamiento que la situación en Haití estaba sufriendo como resultado del recrudecimiento del conflicto en Afganistán.

A su vez, Afganistán presentaba la paradoja de ser la crisis regional con el segundo índice de riesgo más alto del mundo y al mismo tiempo estar entre las crisis consideradas más olvidadas. Los acontecimientos de los últimos meses han cambiado esta situación. Sin embargo, estos momentos de gran atención internacional se mantienen sólo durante un tiempo, existiendo el riesgo de que la situación pierda interés una vez que los aspectos más inmediatos y superficiales de la crisis hayan empezado a abordarse o incluso antes. Mientras, otras dimensiones como el afianzamiento de los procesos necesarios para generar confianza y estabilidad democrática en el país, la consolidación del papel activo de la sociedad civil local -incluyendo a los grupos más postergados- y el fortalecimiento autónomo del Estado desde la lógica de respeto, atención y protección de los derechos de las personas, no se mantienen como prioridad.

Las crisis olvidadas son resultado de la normalización del sufrimiento de poblaciones enteras, para quienes la protección de sus derechos humanos más básicos queda postergada ante otro tipo de intereses, generalmente geopolíticos y económicos. El caso de las personas refugiadas saharauis en Argelia es paradigmático. El Sáhara es un territorio que aún se encuentra en proceso de descolonización política, con acompañamiento de las NN. UU. En los campamentos de refugiados de Tinduf, Argelia, viven hace más de 45 años más de 170.000 personas refugiadas. La pandemia conllevó la salida del personal expatriado de ayuda humanitaria, cuyo retorno paulatino se produjo después de más de un año, con graves consecuencias para el acceso a la necesaria ayuda durante la pandemia y para la disponibilidad de servicios básicos de salud, personal sanitario, medicamentos, entre otras necesidades básicas.

Por su parte, el conflicto en Ucrania es el único caso en que la crisis considerada olvidada se produce dentro del territorio europeo. Si bien los niveles de riesgo y vulnerabilidad son menores que en otras crisis olvidadas, la atención por parte de los medios y la ayuda internacional es sumamente escasa, por lo que la situación de conflicto armado se mantiene activa, con todos sus efectos en términos humanos y de falta de atención a los derechos más básicos, de manera prácticamente invisible.

En suma, la idea de las crisis humanitarias olvidadas por la comunidad internacional nos ayuda a mantener el foco en situaciones que, a pesar de su gravedad, permanecen fuera de la atención mediática y las prioridades de la cooperación internacional y ayuda humanitaria. Podríamos decir también que las crisis olvidadas representan “puntas del iceberg” de condiciones estructurales a las que es urgente responder de manera coherente y responsable, poniendo en el centro los derechos humanos de las personas directamente afectadas.